Siempre me ha gustado la banda de rock británica Queen, en especial, la voz de su vocalista, Freddie Mercury. Me gustan tanto sus canciones que, cuando nos casamos, el coro en el que cantaba antes de venirnos a Moscú, nos cantó Somebody to Love el final de la ceremonia civil. Se podrán imaginar la emoción que vivimos en ese momento. Sin embargo, aunque conozca casi todas sus canciones, debo reconocer que soy una mala fan. Rara vez leo la biografía de los cantantes y/o de los grupos que me gustan, ni tampoco conozco las fechas de sus cumpleaños ni del primer disco… (acepto los abucheos…)
Es por ello que, cuando mi amiga Jos me llevó a conocer la ciudad de Montreux en Suiza, me sorprendió saber que Freddie Mercury había vivido sus últimos años de vida ahí. Tampoco sabía que en esa ciudad, Queen grabó muchos de sus discos en el estudio Mountain Studios, ni tampoco que a Freddie Mercury le gustaba tanto esa pequeña ciudad situada frente al lago Léman, porque los vecinos respetaban su privacidad.
Tras su muerte en 1991, la ciudad de Montreux decidió instalar esta escultura del cantante en su honor. Es una de la típicas poses que se podían ver en sus conciertos y a mi modo de ver, transmite mucha energía.
«Freddie Mercury, nacido Farrokh Bulsara sobre la isla africana de Zanzíbar se convirtió en uno de los más grandes artistas de rock de nuestra época. Su carrera de cantante durante 20 años en el seno del grupo Queen le permitió vender más de 150 millones de álbumes en el mundo entero. Visionario, músico fuera de lo común, deja tras de sí un legado inestimable así como una enorme influencia para las futuras generaciones de artistas de rock.
Gracias a Mountain Record Studios, adquirido por el grupo Queen en 1978, Freddie supo crear hasta su muerte lazos muy fuertes con la ciudad de Montreux. Apreciando la gentileza y la discreción de sus habitantes, Freddie consideraba Montreux como su hogar de adopción y un refugio de paz propicio para la elaboración de sus últimas obras».

Fue claramente, una enorme sorpresa el poder verla, imponente frente al bello lago Léman. A partir de entonces, he comenzado a leer un poco más acerca de la vida de este artista y del grupo, cuyas canciones había escuchado tantas veces. ¡Nunca es tarde para aprender!