Seguramente muchos de ustedes asocian la ciudad de Varsovia, con el ghetto que construyeron los nazis durante la ocupación de Polonia entre 1939 y 1945. Si bien no es el único ghetto construido en ese país (fueron 400 en total), éste fue el más grande y se transformó en el símbolo del holocausto o Shoah.
Aprovechando mi estadía en Varsovia, pensé que no podía dejar de buscar ese lugar, que yo imaginaba más pequeño de lo que realmente era. Sin tener ninguna guía de viajes, ni referencia alguna de cómo llegar, decidí subir a un tranvía y sin querer, me bajé en el lugar correcto. Una enorme escultura/memorial me dio el primer indicio.

El ghetto de Varsovia se implementó en el tradicional barrio judío de la ciudad, el que fue cerrado por un muro de 18 km y 3 metros de altura. En él, aproximadamente 300.000 judíos polacos (polacos de religión judía más bien) de la ciudad, fueron encerrados en un total de 400 hectáreas. Hoy se pueden ver placas en ciertos sectores del territorio en el que se levantó el ghetto. Mientras caminaba, pensaba en los habitantes del ghetto, en sus sufrimientos, en la valentía que mostraron algunos al intentar resistir. No me imagino viviendo alguna situación similar.



Después de la insurrección del ghetto en 1943, los nazis ordenaron destruirlo con explosivos. Debido a ello, hoy casi no quedan vestigios de lo que fue. Sólo un par de trozos del muro quedan hoy en pie. Para visitarlos tienen que dirigirse a la calle Zlota n° 62(Ulitza Zlota), que queda frente a la estación de trenes y del gran centro comercial que hay a un costado de la estación. Es una calle perpendicular a la avenida Juan Pablo II.
Al llegar a esta dirección, verán un cartel que indica que al interior del bloque de edificios se encuentran los dos trozos de muro. Pueden entrar sin problemas y hay que seguir las indicaciones.

Los restos del muro son lugares de memoria y es por eso que podrán ver placas conmemorativas, velas, piedritas y papelitos que dejan algunos de sus visitantes, en particular, los de religión judía.

En este complejo de edificios hay dos fragmentos del muro. Para ver el segundo fragmento, hay que caminar por dentro del patio central. Está más deteriorado que el anterior, por eso tiene unas placas/techos para protegerlo de la erosión.


Me gustó hacer este recorrido por estos lugares de memoria. Para mí, fue muy fuerte estar ahí. No dejaba de pensar en las personas que vivieron y sufrieron al interior de esas paredes. Pero me imagino que, a pesar de la adversidad, deben haber vivenciado algunas alegrías.
A los polacos de Varsovia, no les gusta mucho hablar del ghetto. Los entiendo, no es algo de lo cual puedan sentirse muy orgullosos. Pero si aún hay fragmentos y sectores que lo recuerdan, es algo importante.