Cuando llegamos al paradero de buses cercano al campo de concentración de Auschwitz, cerca de las 11:00 de la mañana, se me apretó la guata (estómago). Fue una sensación extraña. Por un lado estaba contenta de haber llegado, pero por otro lado, estaba nerviosa porque tenía claro lo que vería.
Soy profesora de Historia y llevo años enseñando a mis alumnos acerca de la política de exterminio implementada por el régimen nazi en contra de judíos, gitanos, homosexuales y de todas aquellas personas consideradas como inferiores por el nacional-socialismo.
Fue impresionante el silencio que mantuvimos con mi marido durante la visita. El lugar invita a la reflexión y todos los visitantes mantienen un silencio respetuoso. Es como si al traspasar la reja de ese lugar, el tiempo se detuviera.

Decidimos visitar el campo de concentración sin guía y no nos cobraron entrada. Para nosotros fue mejor, porque queríamos ver los pabellones tranquilamente y sin apuro.
En caso de que no lo sepan, el memorial de Auschwitz se divide en dos campos de concentración: Auschwitz I y Auschwitz II-Birkenau. El primero, eran instalaciones militares del ejército polaco que fueron requisadas por los nazis tras la invasión de Polonia en 1939 y convertido en campo de concentración, en 1940. Fue ahí donde los opositores a la invasión de Polonia, entre los que se encontraban políticos, intelectuales, obreros y campesinos, fueron enviados en un primer momento.

Al entrar al memorial de Auschwitz I, lo primero que se ve es la reja que encierra el recinto. Avanzando un poco más, es posible ver la entrada. En lo alto hay un cartel de 5 metros de largo hecho en fierro forjado que tiene escrita la frase: “Arbeit macht Frei”, que quiere decir, “El trabajo libera”.

Auschwitz I está compuesto principalmente por 22 barracas de ladrillos en los que eran destinados los prisioneros, una estructura en la que hay unos hornos, y otros edificios en los que se llevaron a cabo experimentos médicos y torturas a los prisioneros. Más lejos se encuentran las instalaciones en las que vivían los encargados del campo de concentración.
Al interior de las barracas se encuentran las pertenencias de las personas (principalmente judíos) que fueron enviadas a Birkenau y que fueron exterminadas. Es muy fuerte pensar que todo lo que ahí se ve, perteneció a personas que fueron asesinadas en masa. Hay cabellos, anteojos, maletas, zapatos, ropa, cepillos de dientes, entre otros objetos.




Hay un pabellón en el que se pueden ver las celdas de castigo destinadas a los prisioneros rebeldes. Son pequeños espacios en los que la falta de espacio y la oscuridad, debilitaban a los prisioneros. En ocasiones, los guardias y/o encargados de las torturas prendían una vela para disminuir la cantidad de oxígeno de las celdas más pequeñas.
Hay un pabellón menos visitado, en el que hay una exposición acerca de los gitanos perseguidos y enviados a los campos de concentración.


Lo que más me impactó de Auschwitz I fueron: las maletas de quienes fueron enviados a Birkenau y los hornos. Las maletas me hacen pensar en la ilusión del viaje. Cada vez que armo una maleta, guardo una parte de mi vida y pienso que ellos tienen que haber hecho lo mismo. Lamentablemente, una vez llegados a destino, esas personas fueron despojadas de sus vidas, en todo sentido. En cuanto a los hornos, fue chocante verlos.
Auschwitz II-Birkenau
El campo de Auschwitz II-Birkenau, está ubicado a unos 3 km de Auschwitz I y comenzó a ser construido en 1941, cerca del poblado de Brzezinka. Para llegar, el museo pone a disposición de los visitantes un bus gratuito que los lleva a ese sitio. Para conocer los horarios, hay que mirar el cartel que está en el paradero. El trayecto dura unos 10 minutos como máximo.
Al llegar impresiona de inmediato la extensión del campo de concentración. De inmediato se puede ver la puerta de ingreso que se asemeja a una estación de tren.

Después de la liberación de Birkenau por el Ejército Rojo el 27 de enero de 1945, la mayor parte de las instalaciones fueron destruidas, pero algunas barracas fueron reconstruidas para mostrar a los visitantes la vida de los prisioneros.

Las cámaras de gases y los hornos fueron destruidos y no los han reconstruido. Frente a ellos, hay un memorial que recuerda a las víctimas del genocidio.

Me gustó mucho visitar estos lugares de memoria tan importantes. Lamentablemente, como fuimos por el día y debíamos regresar a Varsovia en el tren de la tarde, no pudimos visitar todo el complejo. Así es que prometimos regresar. Si tienen la posibilidad de visitar estos dos sitios, se los recomiendo.
Si quieren leer más información acerca de Auschwitz-Birkenau, les recomiendo que visitla página web de estos campos: