Después de nuestra visita a Hondarribia, decidimos ir a Donostia-San Sebastián, una de las ciudades balneario más conocidas del País Vasco. Si bien la playa es lo que atrae más a los turistas durante los meses de verano, San Sebastián me gusta porque es especial para caminar. Una vez ahí, no es necesario tomar el transporte público, así es que les recomiendo ir con zapatos muy cómodos. Nuestra intención no era ir a la playa, sino pasear por la ciudad, y eso fue lo que hicimos.

Tomamos el Euskotren o “topo”, que conecta Hendaia con San Sebastián, en la estación/parada de Irún. Este medio de transporte es muy cómodo y cuesta 2,35 euros la ida. El viaje dura una media hora y permite ver el paisaje de la región. Hay que bajarse en la estación Donostia Amara y caminar unos 10 minutos por la calle de Easo hasta llegar al Paseo de la Concha. Ése es el lugar más conocido de San Sebastián. Es el paseo que bordea la bahía y queda muy cerca de la “parte vieja”, un lugar en el que hay muchos bares de pintxos (tapas), restaurantes y tiendas. Es uno de los sectores más turísticos de la ciudad, pero sus habitantes también la frecuentan mucho, en especial durante la noche.
Llegamos a San Sebastián a mediodía y nos fuimos directo hasta el paseo de la Concha. Miramos un rato el mar y caminamos en dirección de la parte vieja. Nuestra primera parada fue el carrusel. Sí, como lo leen, el carrusel. Es mi placer culpable.



Continuamos nuestro recorrido hasta la parte vieja. Como siempre, había mucha gente paseando y vitrineando. Hay varias tiendas de souvenirs, librerías y negocios varios. Después de pasear un rato, comenzamos a buscar un lugar para almorzar. Nos sorprendimos al darnos cuenta que los españoles almuerzan tarde, así es que los restaurantes comienzan el servicio de almuerzo a partir de las 13:00 hrs. Siempre se pueden comer pintxos, pero en San Sebastián son más caros que en Irún. Cada pintxo cuesta como mínimo, 2 euros. Hay mucha variedad y son muy ricos.

Recorrimos las calles y visitamos la Iglesia de San Vicente, la más antigua de la ciudad. Fue construida en el siglo XVI y es de estilo gótico. Vale la pena visitarla. Hay retablos con muchos detalles y vitrales muy bonitos también. La Plaza de la Constitución es otro de los atractivos de este barrio. La arquitectura es muy interesante y hay muchísimos bares y cafés en los que se puede disfrutar de la gastronomía local.


Después de mucho recorrer y de comparar precios, optamos por almorzar en el restaurant Casa de Alava, que queda en la Calle de la Pescadería. El menú costaba 10 euros y era demasiado abundante. Incluía: Primer plato, yo comí una ensalada y con eso ya era suficiente; Segundo plato: Estofado de pulpo (entre otras opciones), postre, agua o vino (una botella de litro por persona) y pan. No es para nada un restaurant turístico, la comida es rica, muy abundante y a un precio muy conveniente.
¡Este era mi plato!
Continuamos nuestro recorrido por la parte vieja en dirección hacia el puerto. Pasamos frente a la Basílica de Santa María, construida en el siglo XVIII. La fachada es impresionante y vale la pena detenerse a mirarla en detalle.
Después de recorrer el puerto pesquero, nos dirigimos hacia el Monte Igueldo. Para subir hasta la cima hay varias opciones: subir caminando, en auto o en funicular. Nosotros optamos por esta última porque el recorrido es bonito y rápido.


En la parte alta hay un mirador desde el que se puede ver la Bahía de la Concha en todo su esplendor (desde ese lugar toman las fotos que se ven en la postales), un hotel y un parque de atracciones para niños y no tanto, como nosotros. Después de tomar fotos, nos decidimos por probar la “montaña suiza”, más conocida en Chile como, la “montaña rusa” jajaja. Si van a San Sebastián, les recomiendo subirse a este juego. Si bien el trayecto es un poco corto, las caídas son tan empinadas que tendrán adrenalina suficiente para el resto de la tarde.
Bajamos el monte Igueldo caminando en dirección de la Punta Torrepea. Este lugar es un paseo, conocido porque en él se encuentra la escultura “Peine del viento” de Eduardo Chillida.




Después de tanto caminar, hicimos una pausa en un café antes de regresar a Irún en el “topo”. Si bien un día es muy poco para conocer una ciudad, el recorrido que hicimos fue bien intenso.
Me alegró mucho regresar a San Sebastián. Mi primera visita fue en noviembre del 2007 y estuve alrededor de una semana. Pude constatar que han habido varias mejoras. El paseo de la Punta Torrepea fue remozado, por ejemplo.
San Sebastián es una ciudad pequeña, muy limpia, rodeada de naturaleza y con mucha vida artística y cultural. No por nada ha sido nombrada como Capital Europea de la cultura 2016.
Si buscan información más actualizada de los panoramas artísticos de la ciudad, les recomiendo visitar esta página: